“Euskal Selekzioa: luz verde”

DAVID SALINAS-ARMENDARIZ
KIROL ZUZENBIDEAN ADITUA
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→ DAVID SALINAS-ARMENDARIZ • 2018.10.10 • noticiasdegipuzkoa.eus • deia.eus

Euskal Selekzioa: luz verde

 

Pasado mañana, 12 de octubre, vuelve la selección vasca masculina absoluta de fútbol, la Euskal Selekzioa. En esta ocasión, en Vitoria-Gasteiz. Y por primera vez en una fecha FIFA, objetivo perseguido desde hace tiempo por sus responsables. Sin duda es una buena noticia para la afición euskaldun, que desea animar de nuevo a su selección, sencillamente porque la considera la suya, la propia, con total respeto (y por qué no compatibilidad) a otras y a otros sentimientos deportivos representativos.

Sin tratar de obviar el espacio y la representatividad que corresponde a la selección española (la roja), vuelve a abrirse la verde esperanza de que, como en otros estados próximos (siquiera geográficamente), de consolidado respeto a los símbolos culturales y deportivos de las partes que los integran, en el Estado español sea posible también que un territorio como el vasco, desde su singularidad, con acreditada trayectoria histórico-deportiva, apoyo social a sus equipos y nivel competitivo indudable, cuente con selecciones deportivas que compitan oficialmente, al menos en aquellas disciplinas en las que así lo promuevan sus instancias asociativas.

Nos preguntamos hoy: ¿cabe oponerse a tal pretensión cuando se manifieste democráticamente esa voluntad inequívoca por parte de los deportistas federativamente organizados, sintonizando además así con la mayoría social de la comunidad afectada? ¿Importa realmente lo que en el ámbito del deporte y de esta sociedad se decida? ¿Choca ese deseo con “la ley”, como se señala de contrario también en esta materia?…

Lo cierto es que a la luz de la organización internacional del deporte, que responde a asociaciones de carácter privado regidas por sus propias normas de integración, el ordenamiento jurídico público español no proscribe la facultad integradora de las federaciones vascas en las correspondientes internacionales.

Con base en el Estatuto de Autonomía de Gernika y en la competencia catalogada en el mismo como exclusiva de la CAPV en materia de deporte (artículo 10.36), la Ley del Deporte del País Vasco de 1998 (LDPV) establece con nitidez en su artículo 27 que las federaciones vascas pueden, a su criterio, integrarse o no en las correspondientes federaciones deportivas de ámbito superior, incluidas las internacionales, lo que ha sido expresamente corroborado por el Tribunal Constitucional español cuando, tras referir que la representación internacional conlleva la integración en las correspondientes asociaciones internacionales, señala que “la participación o afiliación de entidades autonómicas en organizaciones internacionales será posible siempre que lo permita la normativa correspondiente dictada por la organización internacional de que se trate” (STC 80/2012).

El citado precepto de la LDPV, como otros de esta nuestra vigente ley que pasaron el filtro de constitucionalidad (artículos 16.6, 25.letra b, y 37.1), son base suficiente para fundamentar la facultad representativa internacional de las federaciones vascas, que a partir de ahí a lo que se han de constreñir es al tenor de las normas y reglamentos de la correspondiente federación internacional.

En el caso del fútbol, los estatutos de la FIFA permiten explícitamente la integración en la misma de asociaciones de regiones y territorios no independientes, eso sí, con la autorización de la asociación estatal correspondiente, en este caso de la RFEF, cuya eventual negativa nunca tendría razones jurídicas sino de mera oportunidad.

Se trata, por tanto, de una cuestión de concurrencia de voluntades a dilucidar en los distintos ámbitos federativos, y no de imposibilidad legal, por más que así se excuse no ya solo por los declarados enemigos ideológicos de la oficialidad vasca deportiva (los menos aquí), sino por quienes también siéndolo huyen de así confesarse (algunos más), o por los que pretenden ocultar con esa invocación otros intereses, quizá respetables pero que han de someterse a su pública consideración cuando afectan a detentadores de responsabilidades en la materia.

No es cierto, al fin y a la postre, que la legislación actual impida la oficialidad de la Euskal Selekzioa, ni que sea esta una cuestión que tienen que resolver los políticos, como repiten algunos responsables federativos o determinados deportistas mal informados o acostumbrados a mirar para otro lado en este tema. Si bien puntuales cambios normativos podrían facilitar las cosas, no puede conceptuarse como impeditivo el marco legal vigente. No vale como excusa. Háblese de voluntad y no de ilegalidad, de oportunidad y no de prohibición.

Junto al anterior, repasemos brevemente otros lugares comunes esgrimidos por aquéllos que sistemáticamente se dedican a poner obstáculos a la consecución de la oficialidad de las selecciones vascas, latiguillos repetidos en ocasiones por desconocimiento, pero las más de las veces con la intención indisimulada de relegar interesadamente el debate.

Para que tenga sus selecciones deportivas oficiales Euskadi tendría que ser un país independiente. He aquí otro mantra. Una cosa conduciría cuasi indefectiblemente a la otra, es cierto (no dejaría el tema de estar sometido a la aceptación de la asociación internacional de cada deporte en atención a sus propias reglas), pero hay que subrayar que en el caso de al menos 22 federaciones internacionales no se exige tal independencia política y sí tan solo la autonomía deportiva, aceptándose en todos esos casos a federaciones de territorios sin estado, admisión sometida estatutariamente en algunos casos sí, pero en otros muchos no, al plácet de la federación del correspondiente estado.

Se repite con insistencia para el caso de los deportes que como el fútbol se organizan en ligas que la oficialidad conllevaría el que los clubs vascos deberían disputar una liga propia y abandonar las de ámbito estatal. Sin negar que cada liga puede adoptar los criterios de aceptación que entienda por convenientes, no se deduce de suyo semejante incompatibilidad y, si acudimos a la casuística, nos encontramos, sin ir más lejos, con la selección de Gales y el hecho de que la Premier League inglesa no impida que la integren los clubs galeses de superior categoría, por no hablar de los equipos de Andorra integrados en las propias ligas españolas de fútbol y de baloncesto. Son meros ejemplos.

Asimismo, se aduce que la Federación Vasca dejaría de integrar la española y perdería sus fuentes de financiación… No entendemos por qué tendría que ser así, pues la presencia directa en su caso de la FVF en foros de FIFA o UEFA no ha de conllevar su necesario abandono de la española ni de sus órganos de dirección y tampoco de sus cauces de aportación y reparto de recursos, siendo que siempre hay que presumir en este y en otros casos el acuerdo para el interés mutuo y no el inevitable conflicto que a todos perjudica. Acuerdo que, por cierto, en virtud de la libertad de autorregulación, también puede alcanzar a las distintas modalidades competitivas a nivel internacional si se quiere evitar la confrontación deportiva directa, pudiendo traerse a colación el supuesto de Gibraltar convenido en el seno de la UEFA.

Finalmente, procedería también recordar la diferenciación entre las competiciones organizadas por las asociaciones internacionales de cada deporte y la participación en los Juegos Olímpicos, para la que es necesaria la existencia de un comité olímpico propio que sí coincide con los estados reconocidos internacionalmente. Ello nos lleva nuevamente al caso del Reino Unido, donde la presencia de Escocia, Gales e Irlanda del Norte en la mayoría de las federaciones internacionales (sean fundadoras o no de las mismas) no impide que exista un único comité olímpico y una sola representación del Reino Unido en los Juegos Olímpicos. ¿Por qué este modelo no puede resultar de aplicación en nuestro caso, si hay altura de miras y una cultura de mutuo entendimiento, como sería deseable y exigible?

Pueden, sin duda, salvarse las dificultades señaladas, algunas ficticias como hemos visto, si el objetivo de la representación internacional del deporte vasco está en la base del compromiso contrastado de nuestros deportistas, con el apoyo social e institucional oportunos, y acreditado, que lo está, el nivel competitivo a ofrecer.

Lo que sí resulta real e innegable es que el camino hacia la oficialidad internacional deportiva pasa por la iniciativa federativa expresa, con el correspondiente acuerdo a adoptar a través de los órganos de representación de cada federación;en el caso de la Federación Vasca de Fútbol de su asamblea general (artículo 21. letra i, de los vigentes estatutos de la FVF). Luego vendrán la solicitud y los necesarios y nunca fáciles acuerdos de integración. Pero el primer paso hay que darlo ya y en casa. Confiemos una vez más en ello… Y en que la Euskal Selekzioa haya vuelto para quedarse.

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